Cuáles son las primeras señales de la diabetes

Cada vez son más los expertos que coinciden con que la diabetes, por su progresión y número de casos, actúa como una enfermedad epidémica.

A pesar de que es una de las principales causas de mortalidad de este siglo, es una afección prevenible. Para anticipar su aparición, vamos a repasar sus principales señales de advertencia y que medidas son útiles para mantenerla alejada.

Prevenir la diabetes identificando los primeros signos o síntomas es útil para recibir un diagnóstico y tratamiento temprano, y así reducir el riesgo de complicaciones. Ten en cuenta las siguientes señales de advertencia:

Mucha sed: Generalmente, la sed excesiva puede pasar desapercibida como un signo de la diabetes, ya que es una señal bastante común. Si esto se vuelve frecuente, deberás consultar a un experto. Cuando tienes diabetes se acumula glucosa en la sangre, forzando el trabajo de los riñones para poder filtrarla y absorberla.

Cuando los riñones no pueden seguir este ritmo, la glucosa se excreta directamente por la orina, arrastrando líquido de los tejido con ellas. Esto provoca deshidratación y sed respectivamente.

Entumecimiento de manos y pies: El entumecimiento o popular «hormigueo» en las manos y pies puede ser una señal temprana de diabetes, específicamente de neuropatía diabética.  Esto ocurre por la presencia constante de glucosa en sangre, que a la larga afecta y debilita el funcionamiento de los nervios.

Heridas e infecciones frecuentes: Cuando las concentraciones de glucosa en sangre son elevadas pueden afectar el flujo sanguíneo y perjudicar los procesos de recuperación del organismo. Esto se traduce en la aparición de heridas con mayor frecuencia o en tiempos más largos de curación, especialmente en los pies.

Daño en las encías: Además de una circulación deficiente, los altos niveles de glucosa en sangre también provocan dificultades para combatir infecciones.Esto suele apreciarse en primer lugar en las encías, que se muestran rojas, inflamadas o sensibles.

Fatiga: Los niveles altos de glucosa en sangre afectan la capacidad del organismo de utilizar el azúcar para cubrir sus necesidades energéticas y garantizar un correcto funcionamiento celular. Esto puede provocar, entre otras cosas, cansancio o fatiga extrema e inexplicable.